Miss África, vectores de identidad y poder blando
La creciente participación de África en concursos internacionales de belleza se ha convertido en un fenómeno de primer orden, que revela cuestiones cruciales de identidad nacional, economía y diplomacia cultural. Las Misses africanas ya no son meras concursantes, sino figuras en el centro de una estrategia narrativa diseñada para transformar la narrativa del continente en la escena mundial. Las Misses de este año son Miss Costa de Marfil, Miss Guinea, Miss Ghana, Miss Sudáfrica, Miss Nigeria, Miss Ruanda, Miss Angola, Miss Senegal, Miss República Democrática del Congo, Miss Bostwana, Miss Cabo Verde, Miss Egipto, Miss Guinea Ecuatorial, Miss Mauricio, Miss Namibia, Miss Mayotte, Miss Sudáfrica y Miss África.
El modelo de negocio de los concursos de belleza
La arquitectura económica de los concursos tiene dos vertientes. A escala internacional, el modelo de Miss Universo se basa en la monetización de la propiedad intelectual (PI) a través de las cuotas de inscripción, los derechos de retransmisión y el patrocinio. El futuro de esta PI reside en la concesión de licencias y el desarrollo de la marca Miss más allá del simple evento televisivo.
A escala nacional, la financiación de los comités africanos se basa a menudo en un equilibrio más delicado entre subvenciones gubernamentales y asociaciones comerciales. Esta dependencia crea un riesgo de politización, como ilustran los debates en torno a la elección de Miss Costa de Marfil 2025. Ante estos retos, algunos, como
Redefinir los cánones internacionales de belleza
El papel más político de los concursos africanos es, sin duda, su capacidad para desafiar la hegemonía estética que ha favorecido durante mucho tiempo las representaciones occidentales de la feminidad.
Históricamente, los concursos han promovido criterios muy uniformes. Hoy en día, un movimiento hacia la autoaceptación empuja a los organizadores a ser más atrevidos. Costa de Marfil, por ejemplo, es el único país africano que ha impuesto una norma que prohíbe pelucas y mechones durante sus concursos. Esta medida, aunque debatida, es un acto de fuerza destinado a promover la belleza natural y combatir las patologías capilares ligadas al abuso de extensiones. Al pronunciarse sobre la elección del cabello, profundamente arraigada en la identidad, los comités africanos transforman la competición en una declaración cultural explícita.
La inclusividad es también una poderosa palanca de identidad. La participación de perfiles diversos, como la joven albina Aïssatou Dioumo Diallo en Miss Guinea 2023, da la máxima visibilidad a comunidades tradicionalmente marginadas, transformando la plataforma en una herramienta de educación y aceptación social.
Las misses como embajadoras del poder blando africano
Las misses son embajadoras que cuentan una historia compleja, con el objetivo de “derribar prejuicios” y mejorar la imagen de una nación en el extranjero. Su misión suele ser explícitamente diplomática: promover el turismo, la cultura, el desarrollo sostenible y la creación de empleo.
El éxito de una candidata como Olivia Yacé, Miss Costa de Marfil, por ejemplo, crea orgullo nacional y proyecta la imagen de una nación moderna y de éxito. El regreso de Guinea a las pasarelas internacionales con la participación de Miss Guinea 2024
Sin embargo, el impacto social de estos concursos sigue enfrentándose a críticas fundamentales de cosificación y sospecha ética. Para garantizar que el título de Miss simboliza liderazgo y no mera exposición, son esenciales la sostenibilidad y la transparencia de los compromisos sociales de las Misses.
El ascenso de las Misses africanas en la escena mundial es un fenómeno en evolución, esencial para la afirmación de una soberanía estética duradera. Ofrecen un marco de referencia positivo y ambicioso para todas las jóvenes del continente y de la diáspora, demostrando que la belleza puede ser sinónimo de impacto y responsabilidad.
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